lunes, 13 de agosto de 2012

SAN TELMO




Árboles se tocan haciendo reverencia a tu pasado.
La acuarela de tus paredes me mancha los ojos,
cuando los gorriones se juntan en los cables para tararear la tarde.
En cada uno de los adoquines, incrustados en las calles desparejas,
está escrita la letra de un tango.
De las vidrieras cuelgan miles de bronces de una epoca que apenas te rozó.
En tus esquinas dobladas a mano, se abren como soles los ojos de los muchachos
cuando una mina serpentea orgullosa su figura, dueña de tus veredas angostas.
San Telmo, cuna del carnaval negro que zapatea el empedrado  con los pies callosos,
rumbo al centro, con la bronca en cada parche, para tapar el himno indiferente de tu madre.
¡Cuantas veces reclamaste la maternidad de la ciudad oligarca que ahora te levanta el pié de la espalda, orgullosa, mostrando a su hijo famoso!
San Telmo, lleno de miradas claras que creen que con un fogonazo se llevan tu alma,
cuando tu alma no está en la perisferia de tu historia, sino en el silbido del viento que dobla tus ochavas.
San Telmo, no sé si estás o te fuiste, con esa partitura amarilla guardada en un cajón de mi memoria.

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